lunes, 5 de mayo de 2008

La gran Manson!


-“…y no me revolees los ojos!!”
Eso me decía mi vieja después de cada puteada.
También solía utilizar la variante blanquees, aunque esa la aplicaba en casos de mayor gravedad.
La advertencia, como agregado concluyente, iba ni bien se daba por terminado el sermón. En cuanto yo le daba la espalda ella soltaba la frase en seco.
No le hacía falta mirarme para corroborar que, en efecto, me encontraba yo en plena faena de revoleo ocular acompañado de algún que otro bufido de hartazgo.
Me acordé de esto durante toda la semana pasada en la que tuve ocasión de poner en práctica esta maniobra tantas, pero tantas veces que por un momento temí resultar una rústica versión guaraní de Marilyn Manson deambulando por los pasillos del laburo.

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