Desde aquel autodecreto (irreversible) que me llevó hacia el pelo corto en lugar de la exuberante melena, de entusiasta estática, se han alzado voces a favor. Muchos sostienen que el cambio fue favorable y fundamentan su postura en que el mismo me deja más cara de pendeja, prolija y con mucha onda. Seguramente a otros tantos no le gusta, o al menos no les convence, pero no me dicen nada sabiendo que no es un temita que se pueda remendar fácilmente, o al menos en un tiempo inferior al año.
Recuerdo que el día que encaré al peluquero para que me haga este radical cambio de look le dije “………y cortito, no te pido quedar como Araceli González, pero tampoco quiero salir de acá pareciendo alguna de las amigas de mi abuela, Diego Armando o una mujer policía” Él acató y le entro, mudito, a la porra con la motosierra.
Y a mi me encantó, nunca extrañé mi corte anterior, jamás.
Yo no se si tendrá relación con el pelo pero ayer a la mañana, el chico que me cobró el estacionamiento soltó un “gracias Doñita” acompañado de un amable gesto luego de que le pasé las monedas. A la tarde, otro muchacho, al verme en poses de contorsionista mientras intentaba empujar el carrito de la nena y abrir la puerta de un local al mismo tiempo, me dijo sonriente “adelante señora”. Y una vez, el viejo de la verdulería que queda cerca del laburo me preguntó por mi hijo, yo le dije que no tenía (fue hace 4 años maso) y entonces el se sorprendió diciendo: “ahhhh y el flaquito que viene siempre con Usted?”. Hablaba de Forrest, me explico? Fo-rrest!!!!!!
Lo que quiero decir es que estoy absolutamente a favor de mi ánimo y humor siempre arriba. Esto hace que, en una actitud cabalmente tendenciosa, solo recuerde vivamente a los que me ven pendeja, prolija y con onda y le dedique un categórico e íntimo “andate a la concha de la lora” al chico, al muchacho y al viejo de la verdulería.
Porque la subjetividad positiva aplicada a uno mismo es salud.
Repitan conmigo, SA-LUD!
jueves, 21 de febrero de 2008
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