No debemos caer en la estupidez de leer solamente de lo nuestro, y con “nuestro” me refiero a todo aquello íntimamente conectado a nuestra línea de investigación. Por eso, decidí todos los recreos que nos tomamos para almorzar, descargar y leer algo diferente, pero relacionado a la ciencia claro y, si amerita, compartirlo con Forrest que está a mis espaldas en el mismo lab.
Y como para arrancar y, de paso socavar de entrada este ímpetu de pluralidad, embestí con física, de la buena.
Hace poco tiempo, científicos rusos resurgieron el tema de la posibilidad, cada vez más cercana, de viajar en el tiempo.
Algunos sostienen que hacia el futuro, la física presenta menor cantidad de complicaciones que hacia el pasado. Pero en teoría, se puede ir en ambas direcciones.
Yo leí todo el artículo y saqué poco en limpio, poquísimo, lo que desalienta a cualquiera que invierta tiempo en tratar de entender algo que escapa absolutamente a su parca lucidez.
Mas allá de las teorías de cuerdas, agujeros negros o agujeros de gusanos, que parecen ser al momento los que se disputan el boleto del primer viaje, me quedé tildada pensando cual itinerario elegiría.
Yo al futuro ni en pedo, esa fue mi primer conclusión. No me interesa.
Y al pasado? A mi pasado al menos, para qué? La verdad es que, en esto le doy la razón a Joaquín “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”.
Como sea, viajando hacia atrás sólo tendremos permiso para echar un vistazo, ya que la mecánica cuántica va pariendo este presente concreto e inmodificable y no nos permitirá mover nada de su lugar.
A la luz de estas condiciones entendí que el viaje en reversa debería ser bien lejos y no a lo que ya hemos vivido, al breve y egocéntrico lapso de nuestra propia vida, porque si es algo que no podemos modificar sería lo mismo que recordar. Sería lo mismo?.
Entonces le pasé la posta a Forrest, él lo leyó concentradísimo, se rasco la cabeza, resopló con cinco veces y al final se soltó un superado “ueeeeee, estas cabezas arden!” anonadado con tanta información francamente inabordable.
Pretendimos un intercambio de ideas relacionadas a lo que habíamos leído y enseguida entendimos que éramos dos hámsteres subidos, dale que dale, a la ruedita sin ir a ningún lado. Menos que menos al pasado o al futuro.
Y dimos por concluida la charla, como terminan todas las cosas que uno no acaba bien de comprender, patinando en la superficie, elaborando un ranking trivial de los 3 momentos históricos que nos gustaría presenciar.
Mientras liquidaba mi durazno, tome distancia de la situación y nos visualicé, dos amebas haciendo su triste listita mientras Davies, Novikov, Ori o el popular Hawking gravitan en otra realidad. Algo así como “noventamilmillones” de neuronas de distancia, con sus respetivas sinapsis bien aprovechadas.
Queda mucho por leer a no desalentarse.
Eso sí, este comienzo no resulto nada motivante. Ni una pizca.
lunes, 25 de febrero de 2008
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