Domingo, almuerzo familiar, los niños jugando, cada uno a su estilo. Yo me cuelgo, pienso, pienso, pienso (si, así como Pinky Dinky Doo) y de repente se me ocurre una idea genial. Escucha, le pregunto a mi vieja lo siguiente: -Si, hace veinte años atrás, máquina del tiempo mediante, te ponían todos tus nietos enfrente, pero no te decían a qué hijo correspondía cada uno. Vos, claro, no conocías a tu yerno ni a tus nueras. Hubieras sido capaz de decir quién era hijo de quién?.
Ok, la pregunta no era fácil (a mi viejo hubo que explicarle la idea más detalladamente), pero ella entendió al toque y me dijo: –Si, claro, con A. no habría problemas porque es igual a F. cuando era chiquito. Después, P. es igual al hermano, es nena pero podría deducir entonces que también es hija de F. Ahora, M. si bien tiene mezcla de ustedes (mi marido y yo), es un loro. Habla como vos, es sargenta como vos y una india desatada, todo igual a vos. Fijate, me dice, cuando no tiene interlocutor canta, le habla a las muñecas o agarra el celular, el tema es no quedarse callada ni un minuto. Tan, tan increíblemente parecida. Si hay alguien de la que no tendría dudas es de M.
Toma mate!
Volviendo a casa más tarde, me seguía acordando de la charla y entonces le conté a A. que yo no tenía conciencia de la cantidad de palabras por minuto. Pero si tengo recuerdos descolgados que condicen con lo que dijo mi vieja. Frases que se la escuché a otra gente que confirman sus dichos.
-Lady, callate un momento por favor, tus hermanos también tienen cosas para contar (mi papá).
-Uy! No, esta nenita se sabe el Billiken de memoria. Agarrate otra a la que le puedas contar el cuento vos, ésta ya me lo recitó dos veces (charla entre dos practicantes en el Jardín de Infantes).
-Mamá, si Lady no se deja de hacer la que habla en francés, sin parar. Nosotros con el G. vamos a almorzar a otra hora. Decile algo! (mi hermano).
-Callate un momento por favorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr (maestra de 1er grado tironeándome las dos colitas).
-....porque Ud. Kelvin, no se va a casar nunca. Ud. es una Amazona que maneja con el pico a todas estas doncellas, indomable. Aparte, mi hija, tiene que aprender que las mujeres silenciosas son dos veces más lindas. (Prof. del secundario).
Cuestión que en un momento le digo a mi marido. –Vos sabés que yo algunas noches me iba a dormir, chiquita era, eh? Y pensaba, -Uy! Hoy si que hablé mucho.
Te juro que me acuerdo de eso boludo!.
Le digo como quien hace un hallazgo, porque toda la charla con mi vieja me hizo pensar bastante.
No sabés lo que se rió A. me pidió detalles, de cómo me acordaba de eso y se rió, rió con ganas. Y yo le contaba y le daba precisiones, de que era una mezcla de culpa y vergüenza pero que no lo podía manejar. Me daba bronca que todos se queden mudos en la mesa porque era triste escuchar solo el ruido de los cubiertos. Yo estaba convencida de que era la alegría del hogar (hasta grande lo he repetido sin cansancio) y mi misión, autoimpuesta, era evitar que el ánimo decaiga.
Hoy a la mañana me lo volvió a preguntar, divertido. Y yo chocha, le relato todo desde cero, el se vuelve a reir y así, esto nos va a durar un par de semanas, acordate.
martes, 4 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Jajajaja!
Suelen pasar, estas cosas.
Geniales las anécdotas.
Publicar un comentario