martes, 14 de abril de 2009

Y anoche me sentí libre, más libre que unos cuantos al menos. Libre de mí.
En el momento en que los nervios me anudaban la faringe, porque estás en un contexto de gargantas oprimidas y dientes apretados, entendés?. Si te conectás a la masa y te fundís al delirio que emana, 'tas frito. Porque la vida les va en cada bola, a los de adentro y a los de afuera. Muy loco!. En el peor momento, te decía, lo ví claramente, como un cartel de neón que se encendió dentro de mi cabeza: pero, a mí que me importa?!, eso decía.
Y, tuc! Chau, lo empecé a disfrutar. Con la mandíbula relajada y las pata quietas.
Esa es la gran ventaja de no ser fanática, de eso y de nada.
Sé que me debo estar perdiendo de algunas cosas con esta falta de compromiso por alguna pelotudez. Entiendo que es una válvula de escape, absolutamente necesaria, para cerebros hostigados. Pero te digo, algunas veces, cuando me abraza la tibieza, el gris….. la media, soy tan libre!.
-Pero, a mí qué me importa!
Pensalo y vas a ver

1 comentario:

Cassandra Cross dijo...

Ser libre es lo que cuenta, Lady.
Aplaudo tus convicciones y tus alivios :-)